domingo, 20 de diciembre de 2020

MICROECONOMÍA, SIMPLIFICADA GROSERAMENTE. -

El ramo más difícil que nos enseñan en ingeniería comercial es microeconomía 2. Es lo que separa a los ingenieros de los estudiantes, digamos. En estadística las fórmulas son más largas y complicadas, pero es procedimental, no necesitas entender lo que estás haciendo, en cambio en micro estás obligado a ser capaz de explicar TODO en gráfico, en formula o verbalmente, y tiene que funcionar en las tres dimensiones y en forma independiente. Es una de las pocas cosas en la vida que no solo te hacen memorizar, sino que miden si entendiste de verdad y que puedas aplicar y explicar todo lo aprendido después. Si te acuerdas del algebra de Baldor, la microeconomía de Mankiw es peor y seguramente ha gatillado un par de suicidios. Micro es letra que entra con sangre y el sádico de mi profesor era, visto en el recuerdo, un hombre bueno que quería lo mejor para nosotros y para nuestro futuro, y si eso significaba hacerte jugarte la carrera en un examen que es objetivamente más difícil que manejar una empresa en quiebra en la vida real por la diferencia en el tiempo disponible para encontrar las mismas respuestas, él estaba dispuesto a hacerlo y a tratar de no disfrutarlo cuando fallabas, y si a veces se reía igual, eso no hace menos cierto que de verdad estaba tratando de buena fe de no hacerlo, pero más que eso la micro es el tipo de cosa que justifica un poco de trauma por el bien superior de hacer que nunca se te olvide en tu puta vida, porque de verdad es importante (Las empresas se demoran semanas a meses en quebrar, los exámenes no duraban dos horas, y en la vida real no pierdes si tienes razón pero el grafico está malo).

Ingeniería comercial tiene ramos interesantes. Dos. Tenemos una ciencia que estudia la conducta humana racional y la toma de decisiones ante la escasez de recursos, se llama microeconomía. Tenemos un arte que estudia y maneja la conducta humana irracional, se llama marketing. Y tenemos otros ramos que son relleno en comparación. El que de verdad entiende Micro y Marketing debiera poder hacerse rico en casi cualquier sociedad. No es conocimiento frívolo, y resulta significativo ver lo poco explicada o aplicada que aparece la micro en los medios o en las políticas de izquierda. Hay una disciplina, macroeconomía, que existe en alguna medida para dar un lenguaje que haga técnica la toma de determinadas decisiones para quitarle a la ciudadanía su capacidad de influir en ellas, dándole ese poder en cambio a economistas tecnócratas. Un manejo correcto de los conocimientos de microeconomía por parte de un actor de izquierda puede permitirle romper ese lenguaje y explicarle a la gente cuando y como se la están cagando. Un manejo de marketing correcto podría quitarle a la tecnocracia la capacidad de convertir jerga en autoridad permanentemente. Pero quizás me estoy adelantando.

Habíamos quedado en la ley del 80/20. La microeconomía nos enseña que a grandes rasgos hay dos sabores de empresas, “monopolios” y “empresas en competencia perfecta”, y lo que te pone en uno o en el otro lado del espectro es la capacidad de poner el precio de lo que produces. Hay una serie de características teóricas de uno u otro tipo de empresa, pero voy a tratar de reducir el discurso a ejemplos prácticos.

Los restaurantes tienden a estar en competencia perfecta. Luego sus precios son parecidos, sus productos son equivalentes, y se aglomeran en ciertos sectores de las ciudades, uno al lado del otro, todos vendiéndole el mismo sándwich al mismo precio al mismo grupo de personas. Cada vez que alguno encuentra algo distinto y atractivo para ofrecerle a los clientes todos sus competidores lo van a haber copiado al día siguiente y lo van a ofrecer al mismo precio. Mientras exista suficiente demanda, suficientes clientes, esto puede funcionar. Cuando la oferta supera la demanda los restaurantes quiebran y cierran (Digamos que hay una pandemia y las clases de las universidades se posponen un año, sin importar cuan innovadores sean y cuanto gasten los restaurantes cercanos a las universidades van a quebrar).

El metro de Santiago es un monopolio. La gente que usa el sistema Transantiago se ve obligada a sufrir frecuentes alzas de pasajes sin tener lo opción de usar otro medio de transporte para ir a trabajar y, como el sistema es caro y malo, no pueden evitar sentir un creciente resentimiento contra la empresa que ha llegado a la violencia. Y ni siquiera eso hace que la calidad del servicio suba o su precio baje, y el número de clientes no baja porque no tienen como acceder a un servicio alternativo.

El 20% de la población que tiene el 80% de los recursos económicos son los dueños de los monopolios y sus administrativos. El 80% de la población que se divide el resto de los recursos son los dueños y los trabajadores de las empresas competitivas y los trabajadores de bajo nivel de los monopolios. Todos lo extra que el 80% de la población logra producir con sus esfuerzos es consumido por los aumentos de precio de los monopolios del 20% restante. Y ese es el motivo por el que pese a que el trabajo individual es cada vez más eficiente y productivo los trabajadores no reciben una compensación económica mayor en el tiempo. La productividad se la llevan los monopolios. Si estás en una empresa competitiva y llegas a ganar plata, tu plan a largo plazo tiene que ser poner el dinero en un monopolio o convertir la empresa en un monopolio o vas a perder el dinero a largo plazo.

Hay monopolios legítimos, empresas que se vuelven la única opción dando un buen producto y sin cagarse a nadie. Son los menos, pero existen.

Si llegan las turbulencias del ciclo económico, las empresas competidoras quiebran mientras que los monopolios resisten y consolidan su posición comprando a los competidores quebrados a precio de huevo.

El libro que mejor explica las diferencias de mentalidad asociadas a ambas formas de empresa es Peter Thiel en el libro “De Cero a Uno” que no puedo dejar de recomendarles leer. El tipo es un fundamentalista de derecha y no necesita ganar todavía más plata así que no recomiendo pagar por el libro, pero todos debieran leerlo, es bastante bueno. Dice que la mentira de las empresas competitivas es que son monopolios y que la mentira de los monopolios es que son empresas competitivas. Tratemos de usar la idea.

Un restaurante que vende sushi y wantanes y queda al lado de una susheria y de un restaurante de comida china puede decir que es el único restaurante de cocina fusión sino-japonesa porque suena más razonable que decir que venden las mismas cosas que ven vender al resto. Eso es estar en competencia perfecta.

Las AFP fingen competir entre sí para atraerse a los cotizantes, pero en realidad el producto que ofrecen es homogéneo y el sistema ofrece tan poco beneficio tangible a los cotizantes por la forma en que está diseñado y regulado que gastar tiempo buscando la AFP óptima para tus cotizaciones es perder tiempo. Son un monopolio, nadie cotizaría si no estuvieran obligados. Esto será tema de una columna futura.

La mentira de los políticos de izquierda es que dicen que están todos unidos cuando en realidad están divididos. Esto viene de que su situación es análoga a la de una empresa perfectamente competitiva. Cuando hay una situación crítica, tienden a dividirse.

La mentira de los políticos de derecha es que son diferentes, heterogéneos y que representan opiniones divergentes cuando en realidad son todos iguales y buscan lo mismo. Esto se debe a que su situación es análoga a la de un monopolio. Cuando hay una situación crítica tienden a unirse y hacer un frente común.

EL EFECTO DEL SISTEMA. -

Imaginémonos la democracia ideal para Chile. Si la población está naturalmente dividida en tres tercios ideológicos lo razonable es formar un sistema parlamentario donde los tres tercios estén debidamente representados para la toma de decisiones y donde haya mecanismos democráticos que aseguren que la representación efectiva como plebiscitos en asuntos donde no haya acuerdo o tener la posibilidad de disolver el parlamento y llamar a nuevas elecciones si hay un fraccionamiento inmanejable.

Lo que hace el sistema chileno real es reducir los tres tercios a dos, donde uno tiene derecho a gobernar y vetar y el otro solo a vetar. El presidente y su coalición fijan la agenda, la oposición como un todo puede vetarla, pero no fijarla. Y necesariamente la mitad de la oposición va a sentir que no está bien representada por su propio sector. Entonces la política se reduce a un dialogo con dos partes donde la derecha solía tener ventaja por mecanismos antidemocráticos dentro de la misma constitución mientras que ahora solo la tienen porque manejan muchos más recursos económicos.

La idea del sistema es que las masas están mal representadas en favor de los ricos, pero el sistema mantiene un nivel de represión y control lo bastante alto como para prevenir tanto que se organicen mejor políticamente como para impedir que haya una revuelta callejera e intentos de revolución. Y el sistema tiene tanta presión que podemos tener estallidos de violencia callejera masiva contra lo que se perciba como sus mecanismos represores de forma espontánea, sin contenido ideológico. Hay gente en el metro por ejemplo a la que le han robado tanto tiempo que pueden tener un ataque psicótico simultaneo y ponerse a reventar las estaciones todos juntos, cientos de miles de personas, sin planearlo previamente y sin poder explicarlo después.

¿En qué materias puede haber acuerdos entre ambas partes? La derecha busca reducir el estado a sus mecanismos represores, la izquierda busca expandir el estado sin tener contenidos específicos, luego la única cosa en que van a lograr acuerdos es en aumentar continuamente el tamaño y alcance de los mecanismos represores. Más policía, más militares, más jueces, más sapos, más cárceles y así sustantivamente hasta llegar a un estado policial. El sistema de Estados Unidos tiene la misma dinámica subyacente y su efecto son variantes de los mismos problemas de represión desatada que tenemos en Chile por parte de la policía, con el agravante de estar eternamente haciendo la guerra contra otros países que no son una amenaza en ningún caso para ellos.

LA MENTIRA FUNDAMENTAL. –

La mentira que fundamenta todo el sistema es que las empresas son una cosa, cuando las empresas son dos cosas, empresas competitivas y monopolios, y que hay que tener una sola política sobre cómo tratar a las empresas cuando lo lógico por parte del estado es combatir los monopolios abusivos y promover las empresas competitivas si lo que quiere es beneficiar a los ciudadanos. Esta mentira está aceptada tácitamente por la derecha y los medios. Hay un lenguaje especifico desarrollado para promover toma de decisiones en beneficio de los monopolios y a costa de las personas y es desplegado incluso por sus opositores.

Hay industrias donde existe competencia real, como los productos electrónicos, que pierden su valor rápidamente a medida que salen otros aparatos que hacen lo mismo y son más baratos y mejores. Si usted gasta dinero en esto obtiene un producto multifuncional con un valor exponencialmente más alto que tecnologías aun recientes. Si usted tiene un smartphone, por ejemplo, usted tiene en sus manos un dispositivo de telecomunicaciones con más capacidad y alcance que el que hubiera tenido el estado o un canal de televisión 50 años atrás. Si usted pudiera mandar un smartphone a esa época que de alguna manera funcionara, podría venderlo por el valor de un país. La distribución de estas tecnologías extranjeras puede haberse monopolizado en nuestro país, pero en ellas puede verse el reflejo de lo que ha sido el progreso técnico y científico de nuestro tiempo expresado en competencia verdadera. El trato que se da a los trabajadores en estas industrias también expresa hasta qué punto se busca competir, y debe regularse con inteligencia.

Hay industrias donde no existe competencia real, como la educación superior, que ha subido de precio constantemente pese a que en nuestra constitución está prohibido lucrar con ella y que el progreso que hemos tenido debiera llevar a que su precio bajara, y en cambio ha subido porque son un monopolio. Si usted saca el título de abogado en la actualidad su valor ha disminuido mucho en comparación al valor del mismo título 50 años atrás, porque en esa época había muchos menos abogados pese a que el precio de los estudios ha subido.

Luego tienes tres perspectivas válidas para ver los problemas, la de las empresas competitivas, la de los monopolios y la de los trabajadores. A los trabajadores los medios no les dan cámara, pese a que el trabajo en los mismos medios de comunicación es cada vez más precario. Las empresas competitivas necesitan beneficios, los monopolios (desde la perspectiva de la ciudadanía) necesitan ser regulados y controlan los medios de comunicación. Luego ellos les dan cámara a las empresas competitivas para avanzar su agenda y tratan de quedar lo más afuera de la pantalla que sea posible.

El discurso de la derecha de un tiempo a la fecha es sobre un constructo, un personaje llamado “el emprendedor”, una virtud hechiza llamada “el emprendimiento”. Las entrevistas en la tele las dan los “representantes de organizaciones de apoyo a los emprendedores” que son en términos prácticos ejecutivos de bancos que venden préstamos a personas que quieran ser empresarios. Empresario significa tipo que se dedica a explotar una empresa. Emprendedor significa que tu empresa está en periodo de formación y crecimiento. O en español, que eres tu propio jefe, pero estás endeudado.

¿Es bueno ser empresario? Si no te estás cagando a nadie, por supuesto. ¿Está mal ser rico? Si no te estás cagando a nadie, no. ¿Es preocupante que la palabra empresario genere tanto rechazo espontaneo que hayan tenido que inventar una palabra nueva para convencerte de endeudarte para ser un empresario? Bastante, creo. La economía chilena se caracteriza por ser la minería del cobre, la producción maderera y algunos monopolios de extracción de materias primas para el extranjero. No es favorable para experimentos de escala baja, para pequeñas empresas que producen para sus vecinos, aunque en ellas esté la mayoría de los empleos del país. La forma en la que puede arreglarse eso es invirtiendo en educar a la población y lo que se ha hecho en vez de eso es cargarle a todos los que quieran educarse una mochila de deuda que hace imposible que surjan económicamente a menos que acaben trabajando en un monopolio o que hayan nacido ricos. No es el tipo de cosa que se pueda arreglar con que te den un préstamo blando para producir mermelada casera, pero si lo hacen la gente de los medios de derecha van a asegurarse de que salgas en la televisión sonriendo para no tener que hablar de cuantos tipos como tú se fallan y quedan endeudados constantemente produciendo lo mismo. O de que los monopolios son una cosa que existe.

¿Cómo se destruyen o se superan los monopolios? Este será el tema de la próxima columna.


viernes, 18 de diciembre de 2020

INGENIERíA COMERCIAL Y LA DEFENSA CONTRA LAS ARTES OSCURAS. -

 

Soy ingeniero comercial. Mi carrera tiene mala fama desde un tiempo a la fecha entre las redes sociales y los medios de comunicación. Le asocian una cierta falta de empatía y una ceguera contra la realidad social. Nada más lejos de la realidad, la carrera tiene contenidos valiosos a nivel filosófico y entrega categorías de análisis a los fenómenos económicos y sociales que debieran contribuir a su superación. El problema es que la carrera trata del manejo del dinero y el poder para ganar dinero y poder, y por lo mismo, atrae principalmente a psicópatas. Si uno está dispuesto a comportarse como un psicópata y tiene el cartón de ingeniero comercial eso lo deja en la mejor posición para ganar mucho dinero. En otras palabras, si, todos los ingenieros comerciales que has visto hablar en televisión, especialmente los que se metieron en política, son psicópatas, es obvio por la falta de humanidad básica que hay en las cosas que dicen y en la forma en que las dicen, PERO NO ES CULPA DE LA CARRERA. Que toda la gente mala quiera ser ingeniero comercial no significa que todos los ingenieros comerciales sean gente mala, incluso a pesar de que todos los ingenieros comerciales en la tele son claramente gente mala. El prejuicio contra los ingenieros comerciales debe terminar, al menos hasta después de que han abierto la boca y demostrado que les faltaron meses de amamantamiento u otros problemas de crianza equivalentes.

Por ejemplo, hay prejuicios graves contra la necromancia, pero en la historia de Drácula, Van Helsing el necromante era el único que sabía por su profesión como combatir al vampiro, y en la biblia Jesús mismo recurre en distintas ocasiones a la necromancia (La resurrección de Lázaro por ejemplo, o la parte en la que expulsa los demonios de unos endemoniados a unos cerdos que después de esto se tiran por un barranco, o cuando le echa una maldición a un árbol...) y nadie va por ahí dudando de la calidad moral de Jesús pese a ello.

A lo que voy es a que, aunque sea cierto que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente, también es cierto que el saber no corrompe y que la maldad nace de la ignorancia. Y hay ideas que provienen de la ingeniería comercial con las que todo chileno necesita irse familiarizando desde ya si queremos tener alguna posibilidad de arreglar el desastre que tenemos de país.

Así que voy a usar esta columna para explicarles algunos conceptos de mi carrera y sus alcances políticos y sociales.

LA LEY DEL PODER. -

El principio de Pareto, llamado con distintos niveles de pretensión la ley del 80/20, de los “pocos pero vitales”, el principio de optimización o muy significativamente, la ley del poder. Lo que es de verdad es una simplificación estadística de una observación empírica de Vilfredo Pareto, que dice que "que en cualquier población que contribuye a un efecto común, es una proporción pequeña la que contribuye a la mayor parte del efecto" o que "el 20% de los causantes origina el 80% de los resultados". El 20% de los clientes hace el 80% de las compras. El 20% de la población tiene el 80% de los recursos económicos. El 20% de los escritores vende el... ¿se entiende la idea?

Y esa es la ley del poder, una estupidez, una simplificación, una lesera. Una simplificación estadística de una observación empírica que es objetivamente útil como filtro al analizar algunos fenómenos varios pero que no debiera tener valor normativo nunca sobre ninguna cosa. Hay dos problemas con esto:

1-Si crees que en tu mercado existe una ley de poder de este tipo, vas a tender a basar tu estrategia de venta en ella. Vas a buscar subir los precios y vender productos caros a los ricos. El perfeccionamiento de tu producto nunca va a incluir hacerlo barato. Tu marketing, reconocer y capturar los pocos clientes con más recursos, pasa a ser más importante que tu producto, tus trabajadores y tu comunidad. La ley de poder es útil en muchos casos, pero poner fe ciega en ella lleva a tomar decisiones en forma disociada y psicótica porque lo que hace es enfocarte en tratar de pegarle el palo al gato con la próxima jugada que se te ocurra y no en perfeccionar la cosa que estas llevando al mercado de forma holística, por poner un ejemplo. Y esa mentalidad es mucho más toxica cuando se aplica a la política que en asuntos comerciales como explicaré más adelante.

2-La ley del poder es dogma religioso. Los ingenieros, los ejecutivos de ventas, los ejecutivos de RRHH, los publicistas, y los administrativos de prácticamente todo son entrenados para tratar de aplicar la ley del poder. Todos los que sacan una carrera con "ciencias empresariales" son entrenados para aplicar esta idea. La gente que estudia "ciencias políticas", menos. La gente que estudia "ciencias sociales", menos que menos. Todos tienen que aprender estadística, por supuesto, pero los énfasis son muy distintos. Y la versión de la ley del poder que enseñan en RRHH por ejemplo prácticamente no contiene estadística.

Voy a darles una perspectiva de cómo funciona el sistema político chileno usando la ley de San Vilfredo como ejemplo. Los resultados del plebiscito de octubre son un ejemplo de la ley en la práctica.

CHILE SEGUN PARETO. -

Imagínense como se daría el problema 1 de más arriba en términos políticos.

La derecha tiene como objetivo defender los derechos del 20% de la población que tiene el 80% de los recursos económicos. Específicamente, para defender esos derechos contra el estado, que es la única entidad en condiciones de amenazarlos. Su objetivo es reducir el estado a policía, tribunales y defensa de amenazas exteriores, entendiendo que todas las demás funciones del estado pueden ser provistas por privados y reduciendo al estado a ser solo el monopolio de la fuerza legitima.

Esta agenda es insostenible dentro de una democracia porque a lo máximo el 20% de la población puede verse beneficiada por esas políticas y es difícil ganar elecciones con propuestas cuyo apoyo popular tiene un piso tan bajo, excepto en una sociedad extremadamente dividida. La derecha usa múltiples estrategias para resolver este problema. La más básica es parasitar ideas populares preexistentes dentro de la población. Luego, si el país es católico la derecha será muy católica, si el país es patriotero la derecha será patriotera, si el país es racista la derecha será racista, con la idea de usar las creencias populares preexistentes que se comprometieron a defender como fichas negociables con las otras fuerzas políticas para lograr su objetivo primordial de reducir el estado. Después de eso está usar su poder económico y el control de los medios de comunicación para dividir a la población en facciones útiles. Y finalmente tendríamos practicas sucias como la supresión de votantes de los padrones electorales, los redistritajes, la intimidación y básicamente cualquier cosa que se les ocurra que pueda servir para obtener más poder con los mismos votos.

La izquierda en cambio busca defender al 80% de la población con el 20% de los recursos económicos. En una democracia, si esos fueran todos los factores, diríamos que la izquierda tiene la ventaja. En la práctica este 80% de la población es extremadamente heterogéneo y las políticas que busquen beneficiarlo rara vez van a poder beneficiar a todo el 80% por igual excepto quizás el subirle los impuestos y el controlar los abusos del 20% "acomodado". Se supone que la izquierda busca expandir las funciones del estado para garantizar una serie de beneficios adicionales además de los mínimos posibles, pero no tienen una agenda más concreta que eso que pueda cohesionar apoyo masivo. Encima, su presupuesto es una fracción (x) del 20% de los recursos económicos del país frente a una oposición cuyo presupuesto es una fracción (y) del 80% de los recursos restantes, lo que en términos prácticos significa que la izquierda siempre está en inferioridad de condiciones en ese frente.

Estas características llevan aparejadas una serie de amaneramientos por parte de la izquierda. Se dan candidatos sin ninguna agenda concreta pero que dan una exagerada importancia a la forma, al lenguaje, a lo simbólico y a la cortesía, porque parten de la base de que el éxito de todo lo que hagan depende de que un grupo muy amplio lo encuentre aceptable y que todo lo que hagan mal va a tener mucha más difusión que lo que hagan bien porque los medios son controlados por el oponente. Luego, nunca pueden quedar mal con nadie. Esto limita su atractivo frente a los votantes, que saben de su vida personal que la gente que dice las cosas como si se las estuviera diciendo a unos niños, con palabras inocuas y tratando de quedar bien con todos nunca merece confianza.

El plebiscito del 2020 fue un caso extremo de un tipo de elección donde una de las dos opciones que se presentó a la población, el RECHAZO a cambiar la constitución era una opción pura de derecha (La constitución que busca cambiarse beneficia a la derecha, ellos la escribieron), frente a la opción APRUEBO que era una opción pura de izquierda (Como se está abriendo la posibilidad a mejorar la constitución, pero aún no hay una agenda concreta, la izquierda no se puede dividir).

Aproximadamente se gastaron sobre 427 millones de pesos promoviendo la opción RECHAZO. El presupuesto de la opción APRUEBO en cambio solo llegó a un poco menos de 78 millones.

La votación del RECHAZO fue de un 21,73% de los votos. La del apruebo un 78,27%.

En la segunda vuelta de la elección presidencial del 2017 en cambio ganó la derecha. El candidato de la coalición de derecha sacó un 54,58% de los votos mientras que el candidato de la coalición de izquierda sacó un 45,42%.

Estos resultados se explican por varios factores no menores como por ejemplo el rechazo a la coalición que estaba en ese momento en el gobierno, cuyo sucesor era el candidato de izquierda, y un largo periodo de primarias y una primera vuelta donde ambos candidatos se posicionaron constantemente al centro de sus respectivas coaliciones, pero el factor de fondo es que los candidatos eran demasiado parecidos.

La derecha ganó con un candidato centrista y tibio que hizo campaña sin prometer nada concreto y discurseando puros lugares comunes. La izquierda perdió con un candidato centrista y tibio que hizo campaña sin prometer nada concreto y discurseando puros lugares comunes. Y no se puede ganar usando la misma estrategia de un oponente con el que estamos en inferioridad de condiciones, el candidato de derecha disponía de mucho más dinero para hacer campaña y a su base dura en realidad no le importaba su discurso porque tenían claro exactamente lo que iba a hacer como presidente, lo que lo dejaba libre para coquetear con el centro. El candidato de izquierda en cambio no podía hacer ninguna promesa centrista que su oponente no empatara ni ninguna promesa a la izquierda sin perder votantes al centro así que se limitó a hacer lo mismo que su oponente con una fracción de los recursos, confiando en que iba a llevarse los votos de la izquierda más dura por ser en teoría el mal menor. Y no convenció a suficiente gente.

Y el plebiscito del 2020 fue exactamente lo opuesto. El RECHAZO perdió por paliza pese a que gastaron mas de cinco veces lo que sus oponentes porque las diferencias en juego eran evidentes y notorias. Si hubieran gastado todo el oro del mundo de todos modos el RECHAZO nunca hubiera podido sacar mas del 25% de los votos.

¿Cuál es la mecánica de la “ley del poder”? ¿Por qué unos pocos acumulan tantos recursos y los demás tan pocos? La respuesta la tiene la Microeconomía, y será el contenido de la próxima columna.